El Gobierno de México manifestó su preocupación por los efectos de la aprobación definitiva de esta ley, y ha insistido en los riesgos para los derechos civiles en los Estados Unidos. Nuestro país ha centrado su estrategia diplomática en impedir la criminalización del fenómeno migratorio, insistiendo en que esta vía es un atajo a la violencia racial y al odio.
La administración Obama, por su parte, ha señalado que la ausencia de una discusión a nivel federal sobre el tema, abre la puerta a iniciativas “mal encaminadas” como la que promulgó Arizona. Al criticar la iniciativa sureña, Obama hace referencia directa a la falta de consensos para una reforma migratoria en el Congreso norteamericano.
La polémica ley ha desatado un debate en la opinión pública con argumentos en todas direcciones. Hay quien sostiene que Estados Unidos está en su legítimo derecho de legislar en su territorio o que los migrantes ilegales pueden irse de los Estados Unidos si no les gusta la legislación de Arizona, pero el debate de fondo, es cómo esta ley atenta contra los derechos que la Constitución norteamericana dice proteger y que su gobierno promueve en el mundo.
Los Estados Unidos, como cualquier otro país, son fruto de un intenso flujo migratorio. Su cultura es la interesante mezcla de las culturas europea y americana, y su riqueza ha dependido de la incorporación de tradiciones tan diversas como la judaíca o la del mundo árabe. Criminalizar la migración equivale a señalar qué grupos aportan a la vida económica y cultural de una nación, y cuáles otros deben ser expulsados. Tristemente, la iniciativa traiciona los valores de la constitución norteamericana e impulsa una visión racial de la migración a los Estados Unidos. La iniciativa no busca frenar la migración ilegal, sino escoger a las naciones y grupos étnicos que sí pueden vivir en Arizona.
Eduardo B.
Foto: EB/Maqueta del planeta tierra. Museo de Historia Natural, Londres, 2009
1 comentario:
Y pensar que la ley tiene un propósito electoral: Jan Brewer quería sacar de la contienda por la gubernatura al Sheriff de Maricopa, Arizona, Joe Arpaio, quien había ganado importancia local por su posición abiertamente antimigratoria. La estrategia (¿o táctica?) de Brewer fue exitosa porque Arpaio abandonó la contienda por la nominación del partido Republicano a la gubernatura del Estado.
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