29 de marzo de 2010

Todos para uno









Los mexicanos tenemos una relación muy particular con las leyes. Cuando sentimos que la ley está de nuestro lado, normalmente la respetamos. Y cuando pensamos que es injusta, pues sencillamente nos olvidamos de ella. Dos de cada tres mexicanos abiertamente señala que si una ley es injusta, puede dejar de cumplirla.
Hay muchas razones que explican nuestra relación con la ley. Muchos mexicanos sienten que la ley no los unifica como ciudadanos, sino que los divide, que la ley sólo sirve a los intereses de los poderosos o de los que tienen recursos, que la justicia está hecha para unos cuantos.
Por eso resulta tan importante que el Congreso aprobara la creación de una nueva figura para el acceso a la justicia: las acciones colectivas. Si le sorprende el nombre de “acciones colectivas”, no es el único mexicano con ese problema. En México no habíamos escuchado de las acciones colectivas por la sencilla razón de que en nuestro país este tema se encontraba completamente olvidado y fuera de la agenda pública.
Las acciones colectivas son instrumentos que permiten a los ciudadanos coordinarse para defender colectivamente sus derechos. Esto significa que si, por ejemplo, el proveedor de un servicio le hace un cargo injusto, en lugar de que usted inicie por su cuenta un procedimiento jurídico, puede ponerse de acuerdo con otros que también resultaron afectados y promover juntos una sola acción colectiva, reduciendo los costos para usted y beneficiando a otros afectados.
Las acciones colectivas son la forma más sencilla para promover derechos y actuar en beneficio del mayor número de personas posible.
En medio de la frustración social por la sensación de que la legalidad está cada vez más lejos de nuestras vidas, la incorporación de las “acciones colectivas” a la Constitución se convierte en un auténtico remanso. Si miramos con cuidado, se trata de una verdadera reforma estructural, una reforma que facilitará a más mexicanos el acceso a la justicia, permitiendo que la ley se vuelva aliada de nuestras necesidades concretas y cotidianas.

Eduardo B.
Foto: EB/Monumento con tintes napoleónicos. Paris, 2009

1 comentario:

Bárbara C. dijo...

Coincido con Eduardo B. Ahora, habrá que dar seguimiento al proceso de elaboración de la ley secundaria, en la cual deberá reflejarse a cabalidad el espíritu de las acciones colectivas, para que realmente constituyan un instrumento útil para el ejercicio de nuestros derechos. ¡Enhorabuena!