17 de agosto de 2009

Un precio justo por la libertad

Hace algunos años pensar que se podía realizar un examen para evitar que se vendieran plazas a los maestros resultaba cuando menos, poco creíble. Nuestra reacción inicial ante esta idea fue, como en muchos casos, el escepticismo.

Cuando finalmente se realizó el examen en 2008, buena parte de la discusión se concentró en los casos de Coahuila y Morelos, estados de la República que enfrentaron resistencias al examen.

El día de ayer, sin embargo, atestiguamos una historia muy distinta.

Treinta de las treinta y dos entidades federativas del país, y más de 120 mil aspirantes, acudieron a un examen con el propósito de elegir a los maestros de nuestros hijos e hijas, aceptando que sólo los mejores queden a cargo de las nuevas generaciones de mexicanos.

Construir una nación con base en el mérito no es algo sencillo. Se requiere de mucho esfuerzo para que un entramado de amistades, clientelismo y corrupción, vaya siendo reemplazado por un sistema basado en el talento y la capacidad de los mexicanos.

Quienes sean contratados sabrán que esa plaza les pertenece por mérito propio. Que no le deben nada a su compadre, ni a sus amigos, ni al gobierno. Que no se la deben a nadie más que a sí mismos. Los nuevos maestros serán dueños de su propio destino y también, responsables de la siguiente generación de mexicanos.

Todo maestro sabe que ser libre es motivo de un inmenso orgullo. Los nuevos maestros deberán saber también que su libertad tiene un precio: dotar a cada ciudadano mexicano de la educación de calidad que merece y que cada vez más está dispuesto a exigir.

Eduardo B.

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