27 de enero de 2010

Contra la influenza, estupor y temblores

Estupor y temblores, de la prolífica y extravagante Amélie Nothomb, fue mi lectura más disfrutable de 2009, en aquellas semanas de encierro en que la influenza AH1N1 apareció en nuestras vidas.

Como dice Roberto C., quien me introdujo al universo de la Nothomb con el muy recomendable Cosmética del enemigo, Amélie (porque a estas alturas ya es nuestra cuataza) comienza sus libros con oraciones magnéticas.

“El señor Haneda era el superior del señor Omochi, que era el superior del señor Saito, que era el superior de la señorita Mori, que era mi superiora. Y yo no era la superiora de nadie. […] Así pues, en la compañía Yumimoto yo estaba a las órdenes de todo el mundo.”

Con este párrafo, Nothomb nos sumerge en Estupor y temblores, novela con tintes autobiográficos que narra la primera experiencia profesional de una joven de origen belga en una empresa trasnacional japonesa con sede principal en Tokio. Fascinada súbdita, desde niña, del Imperio del Sol Naciente, Amélie decide asumir estoicamente, hasta sus últimas consecuencias, los usos y costumbres de una rígida estructura organizacional que tiene en sus trabajadores a sus primeros cómplices y víctimas. Acompañada de una obsesiva capacidad observadora y un ácido sentido del humor, nuestra “heroína” irá descubriendo que su experiencia está determinada, además, por sus condiciones inevitables de “mujer” y “occidental”, atributos muuuy mal vistos en ese entorno.

Y en 2010... para aquellos que seguimos de cerca la frenética prosa de Nothomb, infórmoles que ya se encuentra disponible en librerías mexicanas la primera edición en español de Ordeno y mando, publicada por Anagrama. Como dato curioso, la página legal indica: “Primera edición: febrero de 2010”. ¡Eso es adelantarse a su tiempo! Ya veremos qué tal está.
Bárbara C.

26 de enero de 2010

Los libros (buenos y algunos no tanto) del 2009

Para arrancar 2010 con “Conocimiento útil”, desde este blog, comparto un par de lecturas que disfruté del 2009 y una bastante regular que fue menos divertida, aunque valió la pena. Estas son sólo las primeras (y seguro no las mejores) de muchas otras recomendaciones (o no) de lecturas que estoy seguro harán varios de los colegas de este espacio.

Esta es mi selección:

Me acuerdo, de Joe Brainard

Nostálgico y divertido, el libro de Brainard es una remembranza puntual de hechos, expresiones, objetos e imágenes que el autor evoca y describe en frases y párrafos breves, empezando siempre, como un mantra, con: “Me acuerdo…”. Una pequeña joya, este libro resultó ser un descubrimiento bastante casual que pronto se convirtió en una breve, pero intensa plaga que terminó por contagiarnos a varios y hacernos golpear un rato el teclado (como lo muestra esta entrada del blog).

Tigre Blanco, de Aravind Adiga.

Esta es la historia de Balram, miembro de la casta de los “intocables”, y de cómo logra pasar de una infancia marginal y marginada en un pueblo de la India, a chofer de un importante empresario del carbón y finalmente a salirse de La Jaula, como el mismo le llama al estado de servidumbre en que vive la mayor parte de la población en la India. Creo que la novela refleja, en buena medida, las desigualdades, pobreza y opresión con que viven millones de hindúes y narra lo que los seres humanos podemos ser capaces de hacer para tener progreso, o al menos la ilusión del mismo. El formato narrativo es peculiar: el protagonista le escribe cartas, durante varias madrugadas, al primer ministro de China, de visita en Nueva Delhi, para explicarle cómo es realmente su país (y no lo que le contarán sus colegas del gobierno hindú).

Padre rico, Padre pobre, de Robert Kiyosaki.

Es uno de los libros clásicos del autor, quien se dedica a “enseñar a las personas a hacerse millonarias”, y cuya pregunta básica es: ¿qué enseña sobre el dinero un padre rico a sus hijos, que un padre pobre no enseña? Casi fundamentalista del individualismo y de lo que cada persona puede hacer por sí mismo, el autor ofrece pocos matices y problematiza aún menos sobre la influencia del contexto económico y social en las personas y sus posibilidades de progreso. Por ello, quizá no sorprende que, sin ser del todo explícito, muestra algo de desprecio por la educación formal. No obstante, debo reconocer que no sentí haber perdido el tiempo con este libro: contiene algunas reflexiones que todos los interesados en la administración de dinero deberíamos hacernos.

Roberto C.