31 de julio de 2009

Gorjeítos científicos


Esta entrada del maravilloso Jorge Cham y sus PhD Comics me arrancó una carcajada.

A ver, socios, ¿qué diría el Twitter de la FEP?

Iris M.

14 de julio de 2009

Yo quiero participar en el concurso!!


Yo quiero participar en el concurso de foto "La naturaleza en la oficina"!!!

Esta foto fue tomada, según los registros del archivo, un 25 de mayo de 2007, a las 11:20 de la mañana ¿El motivo? Un pequeño y torpe gato negro había dormido en la oficina.

Activó la alarma, los compañeros le hablaron a los bomberos... sí! a los bomberos!!
El mensaje
(con voz de miedo): "Señor bombero, hay un gato negro en mi oficina, ¿cómo lo saco?" Y los bomberos, como ya nos habían enseñado las caricaturas, nos explicaron paso a paso cómo lidiar con el asustadito animal.

Esta foto, tomada a la mañana siguiente (después de haber conseguido que el gato saliera de la oficina) muestra a Roberto C, en valiente hazaña, buscando dónde había quedado el pequeño y torpe gato negro, de quien sospechábamos sólo se habia aventado a la reja posterior de la casa, y que, por sus propios medios, no podría salir de ahí....

Seguramente hay más historias de cómo hemos convivido con la naturaleza en este lugar...sólo que yo recuerdo muy vivamente la del pequeño y torpe gato negro y de cómo Roberto trepó a la reja de atrás.

Concurso de Fotografía - FEP "La naturaleza en la oficina"


12 de julio de 2009

¿Quién se ha llevado nuestro interfón? Parte II

Pues sí, decías bien: craso error directo a tu anecdotario. Veamos cómo se desarrollaron los acontecimientos después de tu ingenuo pronóstico.

El diligente técnico en telecomunicaciones te habla ya entrada la noche para decirte que se le había ido la tarde en conseguir el nuevo aparato y que, para no causarles molestias, llegaría al día siguiente a las 10 de la mañana en punto. Fiel a su palabra, a la 1 de la tarde se apersona el experto con bártulos en mano en las instalaciones vulneradas, y tras explorar la pared hace su impecable diagnóstico: lo arrancaron… pero le dejaron los cables. Pones cara de víctima resignada, en representación de tus colegas, y lo invitas a que proceda a arreglar el desbarajuste.

Después de un sesudo análisis, el técnico te propone colocar una rejita metálica para proteger el nuevo interfón. Aunque la rejita es antiestética, has visto peores cosas. Haces consultas rápidas con tu querida colega con la que compartes esas decisiones y se inclinan por aceptar la indecorosa propuesta de encarcelar el aparato para evitar una futura desaparición. Te sientes muy ruda, tomando medidas drásticas para prevenir el delito. Afear el entorno urbano de Coyoacán es un daño colateral, pero el interfón estará a salvo. En ese preciso momento, de seguro se empezaron a oír unas carcajadas anónimas, pero estabas muy ocupada y no prestaste atención.

Veinte minutos fueron suficientes al técnico para restaurar el orden; veinte minutos que costaron $1,500, eso sí, con todo y factura prometida, aunque a la fecha todavía no te la entrega. Feliz, revisas el trabajo con cara de experta, le pagas y te despides de él, esperando verlo pronto para que te entregue la factura… y asunto concluido.

La vida te permite a ti y a tus colegas disfrutar tres días de paz social… ni un día más. El miércoles siguiente al hurto, te volvía a suceder: llegas un día cualquiera a tu oficina y ¡sorpresa!: ese insulso aparatejo ha desaparecido de nuevo. Te das cuenta que dejaron la rejita de recuerdo, maltrecha, para que veas que ellos, los ladrones, son unos profesionales y están preparados para las eventualidades de su oficio. Sesionas con tus colegas sobre el tema, que junto contigo experimentan un moderado desconcierto ante la afrenta. Dadas las circunstancias, ofreces buscar otra vez al creativo técnico en telecomunicaciones para explorar soluciones de-fi-ni-ti-vas al problema.
Cuando le cuentas lo ocurrido, el técnico reacciona indignado: “nooooo, pues eso ya es dolo, oiga. Así no se puede”. Sácatelas, eso del dolo te hace recordar los libros de Derecho Penal de Jiménez de Asúa y Castellanos Tena. ¿Este señor habrá tomado clases con alguno de ellos? Empática, para serenar su desconcierto extremo, coincides con él sobre el dolo, pero aclaras, de manera sutil, que no tienes idea quién está ejerciéndolo, y que sólo estás recurriendo a él por una solución técnica.

En paralelo, eres testigo de un eficaz operativo unipersonal a cargo de una de tus proactivas colegas, que toma su flamante cámara fotográfica para documentar lo que parece ser un fenómeno que impera en varias cuadras a la redonda. Además, se da a la tarea de registrar gráficamente las diferentes soluciones técnicas que han encontrado los vecinos para evitar convertirse en clientes asiduos de los amantes de lo ajeno en su intención por llevarse gratis un interfón a su casa. Tu colega, a la que ahora llamas Michael Moore, concluye que es un extendido problema en la zona, causado por una banda especializada, y que ustedes eran misteriosamente afortunados pues no les había tocado que les volaran su interfón en tantos años de residencia coyoacanense. Paradójicamente, la evidencia te tranquiliza y compartes tu reflexión, que es bien recibida a tu alrededor: “no somos blanco de ningún ataque dirigido ni objeto de conspiración o intimidación alguna (fiuf)”. Eso sí, piensan que aquellos que ponen estampitas anunciando servicios de reparación de interfones, justo encima de los aparatos disponibles, quizá estén detrás de las felonías recurrentes contra los interfones.

Debes decir que esta entrada es ilustrada por algunas de las fotografías tomadas por tu solidaria y aguerrida colega, con alma de periodista, a quien das total crédito por la investigación realizada para tener elementos suficientes y decidir el curso de acción.

Ahora, la mentada solución técnica para contrarrestar futuros actos de rapiña contra el interfón, consensuada con el experto y autorizada por el alto mando, es de tal complejidad que involucra a cuatro personajes externos, que, para estos propósitos, has decidido denominar como: la arquitecta, el herrero, el albañil y el técnico en telecomunicaciones; eso sin contar a los responsables internos que deben contactarlos y coordinarlos a todos… y perseguirlos, claro está.

Por diplomacia, en este espacio decides omitir los detalles de la encarnizada negociación que sostienes con el técnico para que no les vuelva a cobrar lo que ya hizo y no sirvió de nada y sólo les cobre el interfón que tendrá que reponerse. Lo omites, sobre todo, porque el propio técnico después desconoció el acuerdo y aplicó el consabido: tal vez no me expliqué bien y usted me malentendió.

Continuará… (oh, sí)

Bárbara C.

10 de julio de 2009

De Miguel Ángel a Free School Lane

Y para cerrar el ciclo darwiniano de esta semana, una anécdota desde el Gabinete:

"Al arrancar el año, este 2009 enmarcado por los aniversarios de nacimiento y publicación de Charles Darwin, escribí una pequeña nota sobre la experiencia de vivir las festividades justo en el pueblo donde el naturalista inició su formación. La nota terminaba con un guiño hacia casa: mi forma privada de celebrar la obra del buen Charles sería cargando mis papeles en un morral coyoacanense con una caricatura impresa del prócer en una de sus representaciones más habituales desde el siglo XIX, rodeado de monos.

Hoy, medio año darwiniano atrás, esta por demás irrelevante historia encuentra un divertido epílogo: mi morral coyoacanense se ha convertido en pieza de museo.


En efecto, como parte del Darwin Festival que celebramos esta semana, el Museo Whipple de Historia de la Ciencia inauguró la exposición 'El microscopio de Darwin'. La pieza central de la exposición es, obviamente, el microscopio con el que Darwin famosamente estudió a los percebes y obtuvo sólida evidencia para su teoría sobre la transmutación de las especies. Acompañando el célebre instrumento hay una pequeña pero florida colección de memorabilia darwiniana, morral coyoacanense incluido.

La curadora de la exhibición, mi colega MK, ofreció exponer la improbable pieza al verme con ella en una recepción. Yo, fascinada por el cambiante valor de los objetos al viajar, doné feliz mi morral al honorable Museo Whipple.


Esta creación de algún caricaturista mexicano, cuyo nombre me encantaría saber, vive ya en una vitrina en Free School Lane, Cambridge. Sus vecinos son una moneda conmemorativa de Darwin acuñada por la Real Casa de Moneda; una réplica de la estatua "Mono contemplando un cráneo" de Hugo Rheinhold; una caricatura del XIX titulada 'Una mirada polifacética por vivisección a la jaula de los monos (del jardín zoológico)', que muestra a miembros de la Royal Society, la Royal Academy, el Royal College of Surgeons, y a los directores de distintos diarios londinenses, entre otras personalidades, como ilustrados monos enjaulados; y un par de estatuillas miniatura de Darwin que, cuan matrushka, tienen dentro (¿qué más?) un mono. En la vitrina de al lado viven calcomanías para autos, toallas de cocina, juegos de té y una tentadora colección de cervezas marca 'Darwin'."

Iris M.

9 de julio de 2009

8 de julio de 2009

Memoria e historia

Amphisbaena

Y va una más sobre creaturas insólitas, ahora desde el Gabinete:

"Hace cincuenta horas, en uno de los muchos eventos del Darwin Festival de la universidad, leí el siguiente fragmento ante un variopinto público de creadores literarios:

'Entre las más curiosas serpientes están las Amphisbaenae [...] Son de forma cilíndrica, prácticamente no tienen cuello, y su cola mocha, que no mide más de una pulgada, tiene la misma forma que la cabeza. [El ojo es tan pequeño que es casi imperceptible.] Esta peculiar morfología, aunada al hábito de avanzar retorciéndose hacia atrás y hacia adelante, ha inspirado la fábula de que tienen dos cabezas, una en cada extremo de su cuerpo.'

Hace ciento cincuenta años, esta fascinante descripción salía de la pluma del naturalista británico Henry Walter Bates (1825-1892), quien en 1859 regresaba a Londres después de una estancia de once años en la Amazonia.

Hace poco más de trescientos cincuenta años, la descripción de Bates hubiera encontrado interesante ilustración en la siguiente imagen, publicada en Roma en un compendio de historia natural mexicana.


En cinco horas me gustaría despertar sin sentir que la Amphisbaena sigue sirviendo para describir algunos matices de nuestra realidad política."

Iris M.

7 de julio de 2009

Déjà vu

Hace cincuenta años Augusto Monterroso publicó un cuento en una línea que cobró crudo y renovado significado este domingo:

"Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí."


Iris M.

Votar con mandato

Al tiempo que los ciudadanos votaban, un grupo de organizaciones sociales, empresariales y académicas, encabezadas por la Fundación Este País, el Politécnico Nacional y el ITAM decidieron preguntarle a los ciudadanos sobre sus razones detrás de su preferencia de voto. Se encuestaron a más de 21,000 ciudadanos en todo el país al salir de la casilla.

Los resultados de la Encuesta Nacional sobre el Sentir Ciudadano 2009, que se realiza por primera vez en el país, confirman algunas sospechas y dan un mandato claro a los legisladores que tomarán posesión el próximo primero de septiembre.

De cada diez ciudadanos, seis no se sienten escuchados por los partidos políticos, y casi la mitad no siente que su diputado federal lo representa. Tal vez por ello, sesenta por ciento de los encuestados está de acuerdo con reducir el número de diputados en la Cámara y uno de cada dos electores estaría de acuerdo con que un diputado que hizo bien su trabajo repita como candidato en el periodo siguiente a su mandato.

A juzgar por los resultados de este estudio, los partidos políticos no recibieron un cheque en blanco. Independientemente del partido político por el que votaron, e incluso si anularon su voto, los ciudadanos sienten que sus diputados no los escuchan, no los representan y no les rinden cuentas. Dos terceras partes del electorado no recuerda siquiera el nombre de su diputado y cerca de 75% nunca ha recibido información sobre el trabajo legislativo de su representante.

La próxima legislatura deberá leer estos mensajes con cuidado. Es una exigencia fuerte de un electorado sumido en el hartazgo.

Eduardo B.

6 de julio de 2009

Equipo cinco de julio

Victoria

Hace años que viajo a Ciudad Victoria. No lo hago con frecuencia pues las invitaciones no abundan y los boletos de avión a este destino son considerablemente altos. Como en el caso de muchos otros destinos nacionales abunda la frase de que es más barato volar a Miami o Houston. A ello se agrega que la ciudad se ubica en una formación que asemeja un pozo, y las condiciones de humedad amplifican los 35º centígrados al mediodía. Victoria es sinónimo de temperaturas altas y de la voluntad colonizadora de nuestros antepasados que decidieron fundarla al borde de un río por el que hoy no pasa demasiada agua y que coloquialmente se conoce como “Santas piedras”.
Pero la Ciudad Victoria de esta última visita tuvo algo diferente, muy diferente. No se trata de ese eje de aparente modernidad descrito por el triunvirato del franquicias, hoteles y plazas comerciales. No fue encontrarme con la infaltable sucursal del Applebee’s, el restaurante Tex-Mex que domina el norte del país y que despersonaliza con toda fuerza su auténtica comida regional. Algo más me inquietaba y no era el espejismo de modernidad de las ciudades intermedias. En la Ciudad Victoria de 2009 algo está pasando y eso que está pasando es un cambio profundo en la mentalidad de su gente.
La escena no deja lugar a dudas. Un diplomado sobre temas de reforma al sector público, una calurosa tarde-noche de viernes y un número importante de servidores públicos encargados de distintas áreas. No precisamente el cóctel que uno consideraría idóneo para cerrar la semana. Pero la discusión y el análisis fueron tan vigoroso que sin que mediara más que un refresco y algo más de café, nos alcanzó la noche y el módulo felizmente no terminaba. Aclaro que disfruto mucho poder participar como instructor o facilitador en educación continua. Pero la velada fue sencillamente extraordinaria.
Los más de 30 participantes estaban ávidos de respuestas (y llenos de inquietantes preguntas). Agudos y muy críticos convirtieron la tarde en una ocasión para repensar el gobierno, el desarrollo regional y la economía del conocimiento (con una muy apreciada cita al IEC de la FEP). No hubo sesgos generacionales ni jerárquicos. Estaban con ganas de entrarle en serio al asunto y lo hicieron con una energía que seguramente transformará estructuras y cambiará Tamaulipas .
Mi mayor epifanía fue descubrir que todos se sentían como ciudadanos con derechos plenos. Su discurso no surgía desde la lógica de gobierno, o desde el tono autoritario que baña muchas burocracias, sino desde la auténtica política pública, esa que integra a ciudadanos y autoridades en la solución de problemas comunes. En medio de los abrazos firmes y los agradecimientos sinceros nos llevamos todos la tarea del desarrollo regional del país, la obligación de pensar en nuevos polígonos de riqueza (Victoria está a dos horas y media del litoral, a otro tanto de la Huasteca y pegado a la sierra) y la convicción de que el país que anhelamos está a nuestro alcance. Fue una noche llena de auténticas victorias.
Eduardo B.