30 de marzo de 2010

Feliz cumpleaños, María Moliner

El día de hoy María Moliner cumpliría 110 años, pero murió el 26 de enero de 1981, en su natal España. Antes de eso, trabajó incansablemente durante más de quince años para legarnos una obra sin parangón en nuestra lengua: su famoso, utilísimo e innovador Diccionario de Uso del Español, editado por primera vez en 1967 por la editorial Gredos.

El Diccionario cuenta con 3,000 páginas, distribuidas en dos voluminosos tomos, y fue considerado “de uso” por su creadora, pues se trata de un instrumento para guiar en el uso del español: además de indicar el significado de las palabras, explica cómo se utilizan y por cuáles otras pueden ser sustituidas. Actualmente, es una referencia indispensable para los interesados en la lengua española, muy a pesar del engolado diccionario de la Real Academia.

Como anota García Márquez en un delicioso artículo titulado La mujer que escribió un diccionario, “María Moliner -para decirlo del modo más corto- hizo una proeza con muy pocos precedentes: escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana”.

María Moliner compaginó durante años su trabajo de bibliotecaria y una intensa vida familiar, con la fantástica aventura que había emprendido. Según el dicho de uno de sus hijos, se levantaba con el sol y se dedicaba al diccionario durante la mañana; tras la hora de la comida, dormía una siesta y retomaba su labor hasta el atardecer. Nunca trabajó de noche.

En 1972, ya consagrada, se presentó su candidatura para ingresar a la Academia de la Lengua, la primera de una mujer, pero fue rechazada por los académicos, tan conservadores como se esperaba. Ella reviró diciendo que era lo mejor, pues su salud le impediría cumplir con su cometido con la rigurosidad debida.

Como si supiera que la memoria siempre nos traiciona, María Moliner decidió entregar su vida a hacer una duradera fotografía del español de nuestros tiempos. En 1973, “su cabeza falló” por primera vez. Era sólo el principio del Alzheimer que la aquejaría hasta su muerte. Ya nada supo de los enredados conflictos, vigentes a la fecha y que tanto me confunden, entre sus herederos y la editorial, desatados por los derechos morales y patrimoniales de su obra.

Como muestra del compromiso intelectual y de la pasión de María Moliner, cito el párrafo final de la presentación del Diccionario: “Por fin, he aquí una confesión: La autora siente la necesidad de declarar que ha trabajado honradamente; que, conscientemente, no ha descuidado nada; que, incluso en detalles nimios en los cuales, sin menoscabo aparente, se podía haber cortado por lo sano, ha dedicado a resolver la dificultad que presentaban un esfuerzo y un tiempo desproporcionados con su interés, por obediencia al imperativo irresistible de la escrupulosidad; y que, en fin, esta obra, a la que, por su ambición, dadas su novedad y su complejidad, le está negada, como a la que más, la perfección, se aproxima a ella tanto como las fuerzas de su autora lo han permitido.”

¡Salud, María Moliner, y larga vida a las palabras!

Bárbara C.

PS. Feliz cumpleaños también a ti, querido Jeremy, con el anhelo de que sigas hablando y aprendiendo español.

29 de marzo de 2010

Todos para uno









Los mexicanos tenemos una relación muy particular con las leyes. Cuando sentimos que la ley está de nuestro lado, normalmente la respetamos. Y cuando pensamos que es injusta, pues sencillamente nos olvidamos de ella. Dos de cada tres mexicanos abiertamente señala que si una ley es injusta, puede dejar de cumplirla.
Hay muchas razones que explican nuestra relación con la ley. Muchos mexicanos sienten que la ley no los unifica como ciudadanos, sino que los divide, que la ley sólo sirve a los intereses de los poderosos o de los que tienen recursos, que la justicia está hecha para unos cuantos.
Por eso resulta tan importante que el Congreso aprobara la creación de una nueva figura para el acceso a la justicia: las acciones colectivas. Si le sorprende el nombre de “acciones colectivas”, no es el único mexicano con ese problema. En México no habíamos escuchado de las acciones colectivas por la sencilla razón de que en nuestro país este tema se encontraba completamente olvidado y fuera de la agenda pública.
Las acciones colectivas son instrumentos que permiten a los ciudadanos coordinarse para defender colectivamente sus derechos. Esto significa que si, por ejemplo, el proveedor de un servicio le hace un cargo injusto, en lugar de que usted inicie por su cuenta un procedimiento jurídico, puede ponerse de acuerdo con otros que también resultaron afectados y promover juntos una sola acción colectiva, reduciendo los costos para usted y beneficiando a otros afectados.
Las acciones colectivas son la forma más sencilla para promover derechos y actuar en beneficio del mayor número de personas posible.
En medio de la frustración social por la sensación de que la legalidad está cada vez más lejos de nuestras vidas, la incorporación de las “acciones colectivas” a la Constitución se convierte en un auténtico remanso. Si miramos con cuidado, se trata de una verdadera reforma estructural, una reforma que facilitará a más mexicanos el acceso a la justicia, permitiendo que la ley se vuelva aliada de nuestras necesidades concretas y cotidianas.

Eduardo B.
Foto: EB/Monumento con tintes napoleónicos. Paris, 2009

26 de marzo de 2010

El árbol de la casa de los gatos

Desde hace 9 años paso a diario por la “casa de los gatos”. Esta casa se encuentra en la calle de Pino en Coyoacán, muy cerca de nuestra oficina. La propiedad estuvo habitada, hasta hace poco, por una mujer y casi un centenar de gatos. Mi voyeurismo me hacía asomarme con frecuencia: logré ver las antiguas fotos familiares, los gatos jugueteando, royendo el mobiliario y la soledad de la mujer. Fantaseaba sobre los diversos motivos que llevaron a esas condiciones de abandono a la mujer y a la casa. Nunca reparé en un frondoso árbol que cuida la entrada de esta propiedad.

Hace unos meses, un ejército de trabajadores de la construcción habita en la casa y trabaja en su renovación. Desconozco qué sucedió con la señora y los gatos. Pero a partir de un llamado vecinal, me enteré que el destino del frondoso árbol está en peligro, estorba los nuevos planes de la casa. Varios vecinos de la colonia Villa Coyoacán se han manifestado en contra de la tala de este árbol. Pero como pueden apreciar en esta imagen, lo más probable es que desaparezca.



Esta historia sobre el árbol de Pino, me recordó una de las tantas luchas de Daniel Gershenson, presidente de Al Consumidor, por el respeto de los árboles y áreas verdes de la ciudad. Ya que hablamos de Gershenson, ayer la Cámara de Diputados aprobó la iniciativa que contempla la inclusión de la figura de las acciones colectivas en la Constitución mexicana. Él ha sido uno de sus principales impulsores. Ahora el futuro de la figura de las acciones colectivas está en manos de las legislaturas estatales, para que quede plasmada en la Constitución. Después, nos tocará seguir la elaboración de una ley secundaria que la regule. No sé si las acciones colectivas podrían haber hecho algo por el árbol de Pino, esperemos que la colaboración vecinal sí logre su objetivo por salvarlo.

M del C

9 de marzo de 2010

Civitas

Las tres principales fuerzas políticas del país han presentado sus propuestas respectivas para una reforma política. El Ejecutivo Federal presentó la suya en diciembre del año pasado y tanto PRD como PRI han presentado sus respectivas propuestas en las últimas semanas.
A decir de sus voceros, las tres propuestas de reforma política tienen coincidencias entre sí y un amplio margen de maniobra para la negociación de sus diferencias.

Tanto la iniciativa presidencial, como la del PRD y la del PRI han enfatizado que su diseño busca reducir la brecha de desconfianza entre los ciudadanos y los políticos mexicanos. Su defensa pública se basa en la idea de que sus propuestas ayudarán a construir nuevas relaciones entre ciudadanos y gobernantes.

En su contenido, sin embargo, la relación entre las propuestas y el sentir ciudadano no es tan evidente. Buena parte de las propuestas formuladas por los tres partidos políticos se concentra en facilitar la relación entre los poderes de gobierno y en dotarse de mecanismos institucionales para resolver controversias políticas, incluidas las electorales. Y aunque esto es positivo para la gobernabilidad del país, estas propuestas no parecen suficientes para reconocer al ciudadano como eje de la vida política.

Con la excepción de temas como las candidaturas independientes, la posibilidad de presentar iniciativas legislativas por parte de los ciudadanos o la revocación del mandato, las reformas propuestas hacen poco por ilustrar los beneficios directos para la ciudadanía. Tal vez al debatirlas los senadores puedan explicarnos mejor cómo es que esta reforma política cambiará la vida del ciudadano, ese personaje mítico en el que se dice, todas estas iniciativas están inspiradas.

Eduardo B.
Foto: EB / Niños desmontando estructura para voladores de Papantla, Cuetzalan, Puebla, 2010