20 de noviembre de 2009

Nadie duerme

Hace un par de sábados, tuve la fortuna, junto con 8,000 suertudos más, de disfrutar “Turandot”, una de las óperas más conocidas de Puccini, transmitida en vivo desde el Metropolitan Opera House de Nueva York, hasta una pantalla gigante en el Auditorio Nacional, mediante la tecnología HD Live (o sea, Alta Definición en Vivo). Según las cifras del Met, en la temporada 2009-2010 se transmitirán por este medio nueve puestas en escenas a cerca de 1,000 pantallas en más de 42 países del mundo; México, entre ellos. En Guadalajara y Chilangolandia, las dos pantallas mexicanas.



Antes de continuar, me confieso totalmente villamelona (quizá hasta escéptica) en las materias operística y tecnológica, pero me declaro desde ya feliz víctima de su reciente matrimonio. Ante tal acontecimiento, comparto algunas notas, personalísimas, sobre el asunto.

Es común escuchar, con buena dosis de razón, que la ópera es elitista y aburrida (¡ups!). Después de mi experiencia sabatina, me quedó claro que, por lo pronto, esos dos atributos tienen buenas posibilidades de encontrarse en vías de extinción.

Para iniciar la transmisión desde Nueva York, en punto de las 12 del día, hora de la ciudad de México, una anfitriona, con un inglés neutral, nos da la bienvenida y nos informa que veremos una producción de Franco Zeffirelli. Además, anticipa algunos detalles de la historia y los personajes, y anuncia que la soprano María Guleghina, de origen ucraniano, será la intransitable Turandot; Marcello Giordani, tenor italiano, protagonizará al perseverante príncipe Cálaf; y Marina Poplavskaya, soprano rusa de 32 años, interpretará a la entrañable Liù.

Aquí, aplaudimos emocionados, aunque, por la distancia geográfica, con cierta pena, que se nos irá quitando. Antes de empezar la ópera, vemos a un individuo con diadema de audio y micrófono, que asumimos está al mando de la operación, sentado en medio de cientos de botones, computadoras y pantallas, dando la cuenta regresiva para el “despegue” y pidiendo al director de orquesta que pase al foso...

El despliegue artístico, logístico y tecnológico durante las siguientes tres horas y media es digno de asombro.

En los intermedios, como suculentas golosinas, se realizan entrevistas tras bambalinas a protagonistas de la ópera en cuestión: desde los cantantes, que después de compartir algunas impresiones, mandan saludos a sus países de origen, hasta el escenógrafo, pasando por los trompetistas y el diseñador de vestuario. Sus palabras, sus gestos, sus razones, ayudan a entender mucho mejor ese mundo, que, para los legos, nos resulta casi esotérico. De paso, nos dejan ver la extensión e infraestructura del Met.

Como neófita que soy, seguramente podrán decir que me dejé impresionar. Tal vez, sí, estoy gratamente impresionada. Pero he consultado y leído a varios melómanos, profesionales y aficionados, sobre la calidad del audio y el video de la transmisión, y en general su opinión respecto a este formato. Todos se han declarado maravillados por lo presenciado desde su asiento del Auditorio.

Para quienes gustan de las previsiones presupuestales, les informo que los precios de los boletos van desde 40 hasta 200 pesos. Es decir, puede implicar menor gasto que una ida al cine o a un concierto popero o rockero. Otra aclaración importante: durante la transmisión de la ópera aparecen subtítulos en español en la parte baja de la pantalla, para poder seguir la historia sin necesidad de ser políglota.

“Nadie duerme” o “Nessun Dorma” es el nombre de la famosa y conmovedora aria de “Turandot”, con la que el tono de mi celular tortura a mis colegas de manera cotidiana, porque, como buena villamelona, ese solo fragmento me hace el día. En adelante, “Nessun Dorma” también podrá definir la situación de quienes se animen a sumergirse en una ópera, sin mucho conocimiento de causa y con algo de curiosidad.

No digo más, sólo que si son amantes de la ópera, quizá es hora de que abandonen sus prejuicios y vayan a verla a la pantalla grande; y si hasta ahora han creído que no les gusta la ópera, sugiero que se den una vuelta próximamente a la temporada 2009-2010 del Met en el Auditorio Nacional, o alguna de las mil sedes alternas, para descubrir y alimentar un nuevo placer.

Bárbara C.

8 comentarios:

Pepe dijo...

¿Cuánto te pagó el MET?
Anónimo (Tu papá)

Silvia dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Silvia dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Silvia dijo...

La maravillosa y puntual descripción que hiciste me emocionó, está perfecta.
Comparto contigo el escepticismo que nos asalta al principio y que poco a poco se va transformando en una excelente experiencia.
Felicidades.

jmce dijo...

Más allá de mis suspicacias cuando alguna persona expresa nítidamente sus "sensaciones",y yo sentí algo parecido y además levité, sin fumar mota, sólo me queda decirte: gracias Bars.
jc

Unknown dijo...

Además nos da la posibilidad de ver óperas que pocas veces o nunca se montan en México. Las producciones y los cantantes también pocas veces nos llegan en vivo, lo cual es una lástima, pero así no importa volver a ver Carmen o Aida.

Y también creo que lo mejor de Turandot, fue el guapisisisisismo y joven director de orquesta.

Unknown dijo...

Bárbara C. Tenía ganas de ir a la ópera, pero con la reseña se me antojó aun más.

Unknown dijo...

Gracias Bárbara por tu emocionante reseña. Creo que el antojillo sembrado en un viernes de conocimiento útil, se vuelve ya medio molesto, y la única forma de eliminarlo será ir...

No esperaba menos de Lucía, un puntual comentario hacía dos de sus pasiones: la ópera y los hombres talentosos y guapos!

Amé el comentario de tú papá.

Saludos,
GR