23 de abril de 2010

La iluminación en la Ciudad de México

Después de dos semanas de receso, el 16 de abril volvimos a encender nuestros Viernes de Conocimiento Útil con la participación de Lillian Briseño, apasionada historiadora que nos llevó de viaje a la Ciudad de México en 1881, para presenciar el inicio de un proceso fascinante: la iluminación en la capital del país.

Fue en San Cosme donde, en pleno ascenso del porfiriato, se hicieron los primeros experimentos con lámparas de arco que fueron colocadas en la vía pública, ante los ojos atónitos de la población que presenció el acontecimiento. La novedad provocó reacciones múltiples, algunas de temor y llamados a la prudencia, pero, la luz eléctrica llegó para quedarse: de la calle, entró a las casas de algunos privilegiados y se utilizaba también en algunos negocios y comercios. A partir de ese momento, los cambios se sucedieron sin parar. Cambios en diversos ámbitos de la vida cotidiana que desde luego repercutieron en la manera de entender ciertos temas y en la economía, la política y la vida social en general. La energía eléctrica afectó casi todas las esferas de la vida pública y privada.

Así, nos contó Lillian, se fue gestando una cultura de la luz que derivó, por ejemplo, en la invención de la vida nocturna, el replanteamiento de la moda, la creación de nuevos oficios y trabajos, transformaciones en el diseño arquitectónico e incluso en ampliar el proceso de secularización de la sociedad mexicana, y en un sinfín de concepciones, hábitos y comportamientos asociados.

Una evidencia más: las velas y los cerillos, a la par de las industrias que los producían, pasaron a segundo término ante el advenimiento de los focos, pero nos legaron palabras, expresiones, creencias y costumbres que sobreviven hasta nuestros días, aunque otras quedaron totalmente en desuso.

Junto con la introducción del ferrocarril, la electrificación de la Ciudad de México constituyó uno de los iconos del porfiriato para representar la modernidad que se había instalado en México, pese a las marcadas desigualdades y las dificultades de la mayoría para acceder a ella.

El conocimiento sobre la variedad y profundidad de las implicaciones del arribo de la luz eléctrica a la capital mexicana, producto de una amplísima investigación que Lillian Briseño inició hace varios años, recurriendo a fuentes varias, como crónicas, fotografías y literatura de la época, se plasma en su libro “Candil de la calle, oscuridad de su casa. La iluminación en la Ciudad de México durante el porfiriato”, de fluida y emocionante lectura.

Hablando de tecnologías que transforman la vida cotidiana, en esta sesión inauguramos la presencia vía remota en los Viernes de Conocimiento Útil, con la participación de nuestra querida Iris, también apasionada historiadora, que nos acompañó desde su estudio en la vieja Albión.

Bárbara C.

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