Dos de los momentos más memorables de mi infancia están asociados con el teatro. Uno de ellos fue apreciar el vuelo de Peter Pan en la obra de teatro del mismo nombre. Sin merma de mi asombro, la emoción se repitió las tres veces que acudí a tal acontecimiento. El segundo momento lo recuerdo así: actúo en una obra preparada para el festival escolar de fin de cursos, con mi metro y centímetros de estatura y con un gran sombrero negro, representando, con regocijo, al malvado señor Platini, del cuento “La sombrera”, de la argentina María Elena Walsh.
Hace un par de semanas recordé estas sensaciones, cuando Antonio Crestani, actor, director y guionista, fue nuestro invitado especial en los Viernes de Conocimiento Útil, para hablar del teatro en México. A su faceta meramente artística, Crestani suma su experiencia como administrador de espacios culturales, formando un perfil singular de la escena nacional.
Tras subir el telón, Antonio, espléndido, nos embelesó con la lectura del monólogo de Segismundo que concluye el segundo acto de “La vida es sueño”, de Pedro Calderón de la Barca, la gran obra de la dramaturgia en español.
Hace un par de semanas recordé estas sensaciones, cuando Antonio Crestani, actor, director y guionista, fue nuestro invitado especial en los Viernes de Conocimiento Útil, para hablar del teatro en México. A su faceta meramente artística, Crestani suma su experiencia como administrador de espacios culturales, formando un perfil singular de la escena nacional.
Tras subir el telón, Antonio, espléndido, nos embelesó con la lectura del monólogo de Segismundo que concluye el segundo acto de “La vida es sueño”, de Pedro Calderón de la Barca, la gran obra de la dramaturgia en español.
Ya enganchados en la puesta en escena, compartió con nosotros selectas reflexiones de reconocidos personajes del teatro (mexicano y mundial) sobre esta expresión artística, su naturaleza, sus enigmas, su magnetismo. Una de mis favoritas fue la de Luis de Tavira, director de escena mexicano: “El teatro nos recuerda que estamos vivos y que la vida puede ser intensa. La misión del actor es recordarle al espectador la hora de su muerte, es decir, es el arte que pulsa la existencia. Existir es saber que estamos en el tiempo y eso quiere decir que estamos en la finitud, que la vida dura un soplo, que hemos llegado aquí para vivirla con intensidad y toda voluntad de vivir perturba la serena beatitud de la nada.”
En el segundo acto, Antonio enlistó velozmente más de 100 recintos que presentan obras de teatro en la Ciudad de México, en una elegante forma de invitarnos a visitarlos, a vivir el riesgo de esa experiencia tan intensamente individual como esencialmente colectiva que es el teatro (José Luis Ibáñez dixit). Nos platicó también sobre la necesaria vocación que debe de tener cada recinto, para que los espectadores sepamos qué podemos encontrar en cada uno de ellos y disfrutar de la diversidad implícita: teatro experimental, clásico, musical, contemporáneo, para niños.
En el epílogo, los participantes de la sesión compartimos nuestras impresiones y planteamos algunas preguntas a Antonio Crestani: sobre el teatro para niños, la salud del teatro, la relación de éste con las celebridades de cine y televisión, la actividad teatral en los estados de la República, sus anécdotas e historias significativas. Las respuestas de nuestro invitado, con enfoque siempre claro, coronaron una tarde redonda.
Gracias a la generosidad de Eduardo B., desde ese mismo día tengo un flamante ejemplar de “La vida es sueño”. Y muy pronto regresaré a las butacas para recrear las vívidas sensaciones y cavilaciones que el teatro me ha causado, en distintas medidas, desde niña.
(Salen todos y cae el telón).
Bárbara C.
En el segundo acto, Antonio enlistó velozmente más de 100 recintos que presentan obras de teatro en la Ciudad de México, en una elegante forma de invitarnos a visitarlos, a vivir el riesgo de esa experiencia tan intensamente individual como esencialmente colectiva que es el teatro (José Luis Ibáñez dixit). Nos platicó también sobre la necesaria vocación que debe de tener cada recinto, para que los espectadores sepamos qué podemos encontrar en cada uno de ellos y disfrutar de la diversidad implícita: teatro experimental, clásico, musical, contemporáneo, para niños.
En el epílogo, los participantes de la sesión compartimos nuestras impresiones y planteamos algunas preguntas a Antonio Crestani: sobre el teatro para niños, la salud del teatro, la relación de éste con las celebridades de cine y televisión, la actividad teatral en los estados de la República, sus anécdotas e historias significativas. Las respuestas de nuestro invitado, con enfoque siempre claro, coronaron una tarde redonda.
Gracias a la generosidad de Eduardo B., desde ese mismo día tengo un flamante ejemplar de “La vida es sueño”. Y muy pronto regresaré a las butacas para recrear las vívidas sensaciones y cavilaciones que el teatro me ha causado, en distintas medidas, desde niña.
(Salen todos y cae el telón).
Bárbara C.
2 comentarios:
Aplausos a Laloyer por reanimar el escenario de 'Conocimiento Útil'. Suena a que la sesión con Antonio Crestani fue una verdadera delicia. Esta entrada me hizo pensar un poco en el teatro, género que, honestamente, me queda un poco lejos. Mi timidez para hablar en público nunca me jaló a actuar, y como espectadora, salvo en contadísimas ocasiones, mis experiencias han sido desilusionantes. El teatro se me antoja como un género en el que el espectador debe hacer una suspensión del descreimiento mucho más profunda que en otras artes. Irónicamente, encuentro más cercana la ópera, donde de entrada todo es fantástico - que la vida se viva cantando, que los galanes pesen 200 kilos, que las doncellas tengan 60 años. Pero el teatro, ese intersticio entre el cine, donde todo está controlado y es repetible hasta la perfección, y la ópera, donde todo es esencialmente falso, me sigue siendo algo esquivo. Haré mi intento de acercarme, lo prometo, pero mientras, déjenme responder a ese sublime monólogo de Segismundo que nos compartió Bárbara con el monólogo de Woody Allen al arranque de ‘Annie Hall’ (http://www.youtube.com/watch?v=rrxlfvI17oY). No me tilden de blasfema por comparar a Calderón de la Barca con Allen, os ruego. En mi opinión, dramaturgo y cineasta abordan con simetría esa eterna preocupación por la volatilidad - ¿el sinsentido? - de la vida. El Segismundo de Calderón nos dice:
‘¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.’
El Alvy de Allen nos dice:
‘There's an old joke. Uh, two elderly women are at a Catskills mountain resort, and one of 'em says: "Boy, the food at this place is really terrible." The other one says, "Yeah, I know, and such ... small portions." Well, that's essentially how I feel about life. Full of loneliness and misery and suffering and unhappiness, and it's all over much too quickly.’
¿Cómo ven?
Por cierto, ‘Annie Hall’ fue votada hoy como la mejor comedia de todos los tiempos por los críticos de The Guardian (http://www.guardian.co.uk/film/series/the-comedy-25). Ese Alvy.
Querida M: Genial la referencia a Alvy/Allen y la recientemente reconocida Annie Hall.
Me encantó su concepción del teatro como un género que requiere, en mayor profundidad, mucho más que sus hermanos o primos, la suspensión del descreimiento. He empezado a pensar en los grados de suspensión del descreimiento necesarios para acercarse a ciertas expresiones humanas. Con todo esto rondando en mi cabeza, os ruego también comprensión, me subo a mi coche hace un par de días y empieza a sonar la alucinante "Bohemian Rhapsody", del CD de Queen que había puesto el día anterior: "Is this the real life? Is this just fantasy? Caught in a landslide, no escape from reality".
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