El día de ayer, el edil del municipio de Hidalgo, Tamaulipas fue asesinado. Su muerte se agrega a los actos violentos ocurridos en días pasados en Reynosa y a la masacre de San Fernando, también en Tamaulipas.
Su muerte se suma a la lista de funcionarios municipales agredidos en otros estados de la república, que hace apenas unas semanas incluyó el secuestro y ejecución del alcalde de Santiago, en Nuevo León.
Ante la oleada de violencia asociada con el narcotráfico, la reacción del Ejecutivo Federal, en voz del propio presidente, ha sido admitir que reducir la criminalidad, minimizando la violencia, es poco probable en el corto plazo.
En la ecuación presidencial, fortalecer al Estado pasa por tener mejores cuerpos policiacos e instituciones de procuración de justicia, pasa por una nueva ley de seguridad nacional y por consolidar la reforma penal. Pero el ejecutivo parece dejar de lado que al Estado lo componen territorio, gobierno y población.
Y ésta última, nuestra población, resiente cada vez más la violencia en el ánimo cotidiano. En días pasados, una encuestadora informó, que de poder hacerlo, uno de cada cinco mexicanos encuestados dejaría el país. Y durante el fin de semana, la red social Facebook, una red que en México rebasa los 8.5 millones de usuarios, se empezó a teñir de luto por los migrantes asesinados.
La ciudadanía no está en condiciones de aceptar una guerra violenta a cambio de nada. La de hoy es una ciudadanía que necesita menos del pasado glorioso y milenario de México y más de una oferta honesta y viable de futuro. A escasos días del bicentenario de la independencia los mexicanos quieren saber hacia dónde vamos y qué está dispuesto a poner el gobierno para conseguirlo.
Eduardo B.
*Originalmente transmitido en Informativo 40 de la noche en Proyecto 40.
La fotografía muestra la fachada de la Iglesia de Villa de Santiago Nuevo León (febrero 2010).
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